BERTHA ARMIÑÁN LINARES: Diva del canto folclórico

  • Propuesta por Santiago de Cuba al Premio Nacional de Danza

¿Qué olas baten en tu garganta, Bertha? ¿Qué grito, qué selva, qué monte te sostiene? ¿Qué anunciación te sube de la tierra y te posee? ¿Qué espíritu te sopla en el oído, los secretos, las angustias? ¿Qué pedazo de luna arde en tu sien?

Tú cantas con la voz de los siglos, con las raíces de los muertos. Tú cantas desde la sangre, desde las ramas de los loas. Los tambores son como espejos, tu canción es la fragua. La yerba se despierta, el músculo se tensa…

Suenas como el baobab erguido ante los vientos, tus apellidos son como largas huellas, como campanas. Y Manuel Ángel Márquez, el maestro, es como un tótem, como un faro. Bajo esas luces, Bertha, bajo el turbante, van las mil lenguas del barracón, las alegrías arrancadas al látigo y al cepo, el canto poderoso, indoblegable.

Conjunto Folklórico de Oriente, en el año de enero. El manantial inagotable del vodú, de los vuelos al aire, del Gagá. Entre Cuba y Haití por treinta años, rebuscando en las antiguas tierras. Saga Loas. Rebuscando en las tinieblas, en el albor de la esperanza.

Sin descanso, Bertha, sin geografías. 

Dicen que te vieron cantar en Barlovento, en las pequeñas islas del Caribe, en la arenas de Argelia, en tierras de Sandino, en la patria de Lorca y de Carmen Amaya. En la Europa de Dante y Rosalía de Castro, cerca del Mar del Norte, de los Alpes. Y en Santiago, en Santiago de Cuba.

Tú sigues por las calles, como un grano de montaña, como una canción. Tú te adelantas, tú eres nuestra, Bertha de los caracoles y las semillas, Bertha de los peces, Bertha de los caminos.

Foto: Marvin Rodríguez Torres 

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